Libros

Tres novelas cortas (mil mesetas)

Las líneas se inscriben en un Cuerpo sin órganos, en el que todo se traza y huye, línea abstracta a su vez, sin figuras imaginarias ni funciones simbólicas: lo real del CsO. El esquizoanálisis no tiene otro objeto práctico:

¿Cuál es tu cuerpo sin órganos?
¿Cuáles son tus propias líneas, qué mapa estás haciendo y rehaciendo, qué línea abstracta vas a trazar, y a qué precio, para ti y para los demás?
¿Tu propia línea de fuga?
¿Tu CsO que se confunde con ella?
¿Te desmoronas?
¿Te vas a desmoronar?
¿Te desterritorializas?
¿Qué línea rompes, cuál prolongas o continúas, sin figuras ni símbolos?

El esquizoanálisis no tiene por objeto elementos ni conjuntos, ni sujetos, relaciones y estructuras. Tiene por objeto lineamientos, que atraviesan tanto a grupos como a individuos. Análisis del deseo, el
esquizoanálisis es inmediatamente práctico, inmediatamente político, ya se trate de un individuo, de un grupo o de una sociedad. Pues, antes que el ser, está la política. La práctica no es posterior al establecimiento de los términos y de sus relaciones, sino que participa activamente en el trazado de las líneas, afronta los mismos peligros y las mismas variaciones que ellas. El esquizoanálisis es como el arte de la novela corta. O más bien no tiene ningún problema de aplicación: aísla líneas que pueden ser tanto las de una vida como las de una obra literaria o de arte, las de una sociedad, según tal sistema de coordenadas elegido.

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La verdadera crítica

El proyecto más general de Nietzsche consiste en esto: introducir en filosofía los conceptos de sentido y valor. Es evidente que la filosofía moderna, en gran parte, ha vivido y vive aun de Nietzsche. Pero no quizás como él hubiera deseado.Nietzsche no oculto nunca que la filosofía del sentido y de los valores tenía que ser una crítica. Revelar que Kant no realizó la verdadera crítica, porque no supo plantear el problema en términos de valores, es precisamente uno de los móviles relevantes de la obra de Nietzsche. Pero lo que le sucedió a la filosofía moderna es que la teoría de los valores engendró un nuevo conformismo y nuevas sumisiones. Incluso la fenomenología ha contribuido con su método de trabajo a poner una inspiración nietzscheana, a menudo presente en ella, al servicio del conformismo moderno. Pero cuando se trata de Nietzsche, tenemos por el contrario que partir del hecho siguiente: la filosofía de los valores, como él la instaura y la concibe, es la verdadera realización de la crítica, la única manera de realizar la crítica total, es decir, de hacer filosofía a martillazos.

El concepto de valor, en efecto, implica una inversión crítica.

Por una parte, los valores aparecen o se ofrecen como principios: una valoración supone valores a partir de los cuales esta aprecia los fenómenos. Pero, por otra parte y con mayor profundidad, son los valores los que suponen valoraciones, puntos de vista de apreciación, de losque deriva su valor intrínseco.



El problema crítico es el valor de los valores, la valoración de la que procede su valor, o sea, el problema de su creación. La evaluación se define como el elemento diferencial de los valores correspondientes: a la vez elemento crítico y creador. Las valoraciones, referidas a su elemento, no son valores, sino maneras de ser, modos de existencia de los que juzgan y valoran, sirviendo precisamente de principios a los valores en relación a los cuales juzgan. Esta es la razón por la que tenemos siempre las creencias, los sentimientos y los pensamientos que merecemos en función de nuestro modo de ser o de nuestro estilo de vida. Hay cosas que no pueden decirse, sentir o concebirse, valores en los que solo puede creerse a condición de valorar bajo,de vivir y de pensarbajamente. He aquí lo esencial: lo alto y lo bajo, lo noble y lo vil no son valores, sino representación del elemento diferencial del que deriva el valor de los propios valores. Deleuze: Nietzsche y la filosofía. 

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„Michel Foucault y el poder“ de Gilles Deleuze




Michel Foucault y Gilles Deleuze se conocieron en 1952: Foucault impartía una conferencia y Deleuze, por entonces profesor de instituto, fue a escucharlo; cenaron juntos con un amigo común y no hablaron mucho. Un encuentro glacial y poco prometedor que, sin embargo, fue el origen de una de las amistades filosóficas más intensas del siglo xx, en virtud de la cual tanto Foucault le prestaba a Deleuze su apartamento en París como ambos discutían hasta la extenuación y, si hacía falta, se retiraban la palabra durante años.
No obstante, la profunda y mutua admiración se mantuvo siempre intacta, y tal vez por ello, pocos meses después de la muerte de Foucault, Deleuze decidió rendirle homenaje iniciando unos cursos universitarios sobre su obra. Las clases tuvieron lugar en el Departamento de Filosofía de la Universidad de París 8, que ambos habían creado juntos en 1968, negándose a realizar exámenes y a establecer calificaciones (la universidad les retiró la posibilidad de conceder diplomas, pero a nadie le importó). Mejor contexto imposible, por tanto, para impartir un seminario sobre la teoría del poder de Michel Foucault, inédito hasta la fecha en nuestra lengua, y cuya primera parte presentamos ahora. En él Deleuze expone, analiza, escudriña e interpreta la noción de «poder» propuesta por Foucault, su relación indisociable con la de «saber» y su importancia radical para entender las nuevas teorías y prácticas de lucha y resistencia que se han hecho presentes en nuestro mundo desde finales de los años sesenta, y cuyo ciclo se reactiva en nuestros días.
Más información: http://traficantes.net/libros/michel-foucault-y-el-poder

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De crítica y clínica

Los libros hermosos están escritos
en una especie de lengua extranjera.

PROUST, Contre Sainte–Beueve


El problema de escribir: el escritor, como dice Proust, inventa dentro de la lengua una lengua nueva, una lengua extranjera en cierta medida. Extrae nuevas estructuras gramaticales o sintácticas. Saca a la lengua de los caminos trillados, la hace delirar. Pero asimismo el problema de escribir tampoco es separable de un problema de ver y de oír: en efecto, cuando dentro de la lengua se crea otra lengua, el lenguaje en su totalidad tiende hacia un límite «asintáctico», «agramatical», o que comunica con su propio exterior.
El límite no está fuera del lenguaje, sino que es su afuera: se compone de visiones y de audiciones no lingüísticas, pero que sólo el lenguaje hace posibles. También existen una pintura y una música propias de la
escritura, como existen efectos de colores y de sonoridades que se elevan por encima de las palabras. Vemos y oímos a través de las palabras, entre las palabras. Beckett hablaba de «horadar agujeros» en el lenguaje para ver u oír «lo que se oculta detrás». De todos los escritores hay que decir: es un vidente, es un oyente, «mal visto mal dicho», es un colorista, un músico.
Prólogo de crítica y clínica

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Félix Guattari. Líneas de fuga

Editorial Cactus Por otro mundo de posibles



Cual un tesoro escondido, desenterrado, este libro redactado por Guattari en 1979, en paralelo a la escritura de Mil mesetas junto a Deleuze, se mantuvo inédito hasta hoy.
Sin el rictus sistemático del intelectual universalista, que halla totalidades como caídas del cielo, y así erige sus objetos, aquí se nos advierte que solo se buscan direcciones para una investigación en curso, en pos de alumbrar un agenciamiento colectivo de enunciación, capaz de hacer entrar en su dinamismo a individuos y grupos que quieran huir de las redundancias dominantes, pues solo el deseo puede leer el deseo.
En la primera parte, se constata que toda sujeción social está basada en modos de semiotización que “equipan” a individuos y grupos para “protegerlos” de su propio deseo, de sus agenciamientos creadores, de sus líneas de fuga potenciales, de sus devenires. Se trata de plasmar la ficción de que existe “un mundo”, conjurando la “evidencia” de los diferentes -y coexistentes- mundos posibles. La pregunta de Guattari es precisa: ¿es compatible la expresión individual y colectiva del deseo con una coordinación social eficaz a gran escala?
La segunda parte denuncia el rol de las teorías lingüísticas como otros tantos frenos a los agenciamientos liberadores, y perfila una pragmática que conjura los universales de la lengua, y reemplaza sus árboles por rizomas de conexiones polívocas en un plano de inmanencia.
El final presenta semióticas infra-individuales cuya sola evocación da prueba del método guattariano, y donde deslumbra su fuerza de creación desmesurada: rostridades, ritornelos, briznas de hierba, frases musicales, componentes en las que el elemento más frágil, inmaterial y artificial juega un rol de “pasaje” que nos hará oscilar desde formaciones pesadas, redundantes, hacia mundos de gracia y belleza.

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Otro genial título de Cactus


Gilbert Simondon Imaginación e invención

Un año antes de este curso sobre Imaginación e invención (1965-1966), Gilbert Simondon había llegado a varias conclusiones en su Curso sobre la percepción. Una de ellas será de vital importancia en tanto empalme y punto de partida del análisis de la imagen mental: que la motricidad precede a la sensorialidad, es decir que hay tendencias motrices que operan sin necesidad de que exista aún percepción o encuentro del objeto. Por otro lado, y es el comienzo de este curso, que se puede pensar la existencia de la imagen sin necesidad de una conciencia imaginante o de una toma de conciencia reflexiva.
Cerca de Bergson entonces, y lejos de Sartre, Simondon nos presentará un ciclo de la imagen mental en cuatro fases, las antedichas tendencias motrices, imágenes pre-perceptivas; las imágenes que surgen en el encuentro entre el organismo y el medio, en la realidad perceptivo-motriz y su encuentro con el objeto; y la realidad de las imágenes-recuerdo que afloran el símbolo, posterior al encuentro con el objeto. El ciclo culmina en la saturación de la realidad simbólica que desemboca en la invención creadora. Y todo este ciclo vuelve a comenzar a otro nivel. Continuidad entonces entre imaginación e invención, pero entonces también entre naturaleza y técnica, y continuidad aun más profunda y fundamental en tanto todas las fases del ciclo de la imagen anuncian una expansión fuera del individuo, en una proyección amplificante, que culminando en la acumulación de las invenciones compatibilizantes, conlleva la incorporación de realidades ante todo no-humanas a un mundo que tiene sentido para el hombre.
Un mundo de objetos creados, variopinto pero donde no todo da igual, donde existen capas externas y superficiales, aquellas que colman nuestras necesidades de manifestación, otras capas –medias­– reproductoras de lo existente, donde reina la defensa a capa y espada de las formas con-sagradas, donde nada se gana y nada se pierde, y luego (y esta vale más para Simondon) una capa instrínseca, esencial, de la que dependen las otras, núcleo que desborda tanto lo dado como su formalización, entregando una solución siempre superior al problema que resuelve pues opera por amplificación, y que revela la auto-correlación estructural y funcional del objeto, auto-correlación en el sentido de que el objeto se reúne con sus propias formas implícitas.       Cactus

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Félix de Bifo por Cactus

Franco Berardi Bifo
Félix


Narración del encuentro con el pensamiento de Guattari,
cartografía visionaria del tiempo que viene. 



Franco Berardi Bifo recorre el pensamiento de Félix Guattari (desde Psicoanálisis y transversalidad hasta Caosmosis, incluyendo sus trabajos junto a Deleuze) al interior de las elaboraciones teóricas y de la práctica político-existencial de la generación del 68, del 77; y también de Seatlle. Pero no solamente, la lista podría continuar, aquí y allá, deGénova hasta la actualidad.
Pero el libro no terminaría nunca –dice Bifo– porque el pensamiento rizo­mático es la cartografía de las regiones por venir, y por lo tanto las regiones en las cuales este prolifera no dejan de desplegarse ante mis ojos. Al igual que en un viaje.
De este modo, Bifo transita del campo de la filosofía a la política y al psicoanálisis, de la biotecnología al ciberpensamiento; revisita los nombres propios de la filosofía, Bergson, Nietzsche, Spinoza; y, por supuesto, a los amigos: tras Guattari el encuentro con Deleuze es siempre inminente.
Pero aquí Bifo se encarga de subrayar una cuestión filosófica esencial, a menudo soslayada: existe Deleuze sin Guattari, existe Guattari sin Deleuze, y luego existe la máquina rizomática que se pone en movimiento a partir del encuentro entre ambos.
Y se desplaza desde destinos ineludibles y esperanzadores, como el esquizoanálisis, hacia otros aún inexplorados, a penas insinuados, pero no menos felices, como el budismo y el tantrismo. ¿Estamos en presencia de un filosofar “míxtico”?
Es su viaje, diría Félix. Un amigo de quien Bifo habla en este libro, cuando visita (ya molecularmente)la región ¿política? ¿post- política? dela amistad: la lección más rica de la historia de los movimientos.
Índice
Cartografías en devenir
Primera parteLa depresión Félix
Capitalismo mundial integrado
Psicopatía planetaria
Sensibilidad postmediática
Segunda parteInstrucciones para el uso
Deleuze
El Anti-Edipo y el ´68
Kafka, hipertexto y agenciamiento
El huevo tántrico
La Caosmosis
La provisoria eternidad de la amistad


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